Casino Royale
En noviembre del año pasado todos los que auguraban a Daniel Graig un futuro mediocre como James Bond callaron. Es más, todos los que auguraban un negro futuro a la franquicia de los Broccoli tuvieron que sellar sus bocas. Casino Royale se trata de uno de los mejores films del año pasado, una película de acción inteligente -me hace gracia esto último- que renueva la franquicia de cara a una década más, y conserva sus virtudes para el futuro. El film de Martin Campbell tiene tres set pieces de acción magistrales -la persecución free running del principio, el atentado del aeropuerto y la caída de la casa en Venecia-, y al menos una de ellas, la primera, debería pasar ya a los anales de la historia del cine. Montada con pulso magistral por Stuart Baird, escrita con rigor y con suficiente sentido del humor como para no tomarse en serio a sí misma, Casino Royale tiene aún así la valentía de plantear un romance en los últimos minutos del film, de definir un enemigo invisible muy acorde con los nuevos tiempos de terrorismo global -una nueva organización a la que Bond debería enfrentase en futuras películas, al modo de Spectra pero mucho más siniestra-, y sobre todo de presentar para la historia dos animales cinematográficos que no desmerecen a Mr Connery o Ursula Andress. Y es que tanto Graig -atención a Bond atravesando paredes enteras en la persecución inicial- como la bella, fascinante, Eva Green, se revelan como dos aciertos de casting impresionantes para un thriller más adulto de lo que muchos esperaban. Atención al sobrio, sombrío prólogo en blanco y negro, lejos de estridencias de la etapa Moore o del espectáculo ruidoso del -siempre reivindicable- Brosnan.
Lo dicho, una de las mejores películas del año pasado, pese a quien pese.
No hay comentarios:
Publicar un comentario