domingo, 23 de septiembre de 2007

Yo quiero ser como Serpico

Uno de los puntales del thriller policiaco de los 70 es esta maravilla dirigida por Sidney Lumet. Pacino, antes de exhibir por doquier sus numerosos -y fascinantes- tics futuros, elabora un personaje que se gana las simpatías del espectador desde los diez primeros minutos de película. Frank Serpico, joven italoamericano -como no- es un hombre idealista y que no da su brazo a torcer frente a la corrupción del departamento. De caracter abierto y desprejuiciado, su talento como poli de calle se ve ninguneado por unos superiores que lo valoran por su aspecto hippie y desmañado (un superior le acusa de hacer felaciones a otros policias en los lavabos de la comisaría): el deterioro moral de Frank se va haciendo más acusado, a lo que ayudan las maneras esquivas de perro apaleado de la interpretación de Pacino.

La narración es concisa, clara y seca, poderosa. El personaje, eterno: Serpico se queda contigo tiempo después de que acaben los títulos. Una historia de valor y coraje como ninguna, alejada de todo sentimentalismo, y un policiaco alejado de convenciones. Atención a las relaciones sentimentales del protagonista con dos mujeres, a lo largo del tiempo que abarca la historia: su forma de seducirlas, de tratarlas, (impagable la escena del jardín terraza) hablan de la dignidad y la nobleza, el encanto y el poder de seducción que el actor imprime a todo lo que toca.

Y sí, quiero ser como él: me compraré un gorro, me dejaré barba y caminaré aún más encorvado, aumentaré mi cascarrabiosismo en un 300 %, hasta hacerme ya directamente insoportable.... ¡Serpico, mira lo que me has hecho!