jueves, 7 de junio de 2007

scrubs

Por si alguien no se había enterado, cuatro lleva emitiendo al mediodía, durante un par de semanas una serie de médicos llamada Scrubs. Bien, desde ahora en adelante debería ser cita ineludible para todos aquellos que a esas horas anden desocupados en casa. La serie, creada por Bill Lawrence, lleva ya un buen número de temporadas en EEUU con éxito de crítica y público. Su humor entre tontorrón e inteligente, lleno de referencias televisivas y cinematográficas, repleto de dialogos rápidos y certeros, y su tono entre tierno y enloquecido, no es óbice para que cierta autencidad sin pretensiones se asome en algunos casos. Las interpretaciones de todo su elenco, en especial del protagonista Zach Braff (el cándido interno J.D.), pero sobre todo de un magnífico John C. McGinley, visto en ciento y una películas como secundario (así que se me ocurran, La Roca o Le llaman Bodhi: atención a su mirada de loco y su actitud impaciente durante toda la serie), claman la complicidad del espectador en lo que no es sólo una serie de médicos, o una comedia, sino una serie con un sentido del humor propio y una visión de la vida luminosa y divertida en la superficie, pero realista y cruda a veces en el fondo.
Cada uno de los capítulos, narrados en primera persona por el protagonista, cuentan el enfrentamiento de éste con diversos problemas personales o laborales en su vida privada o en el hospital. La relación que mentiene con el Doctor Cox (McGinley) o con el portero (Neil Flynn) son directamente impagables, al igual que los insertos fantasiosos con los que vemos lo que realmente piensa J.D.
Creo que si Cuatro concede el suficiente tiempo a la serie para que cuaje, se podría convertir en un éxito de sobremesa al igual que Friends o Los Simpson, en Antena 3: su humor absurdo e inteligente puede cuajar en el público joven igual que aquellas.
Esperemos que Buenavista se decida a editar en DVD más temporadas de Scrubs una vez las emita cuatro (la primera temporada lleva ya un par de años editada en España, sin que se sepa nada del resto).