Running Scared, o La prueba del crimen
Hace poco tuve la oportunidad de ver La prueba del crimen en DVD, tras habérmela perdido en cines por haber querido ver cualquier otra cosa que probablemente ya he olvidado. Pues bien, nos encontramos ante una de las más grandes sorpresas del año pasado, un film pasado de rosca, violento, divertido, terrorífico y vibrante a la vez.
La película narra como Joey Gazelle (Paul Walker), guardaespaldas de los Perello, familia mafiosa italiana, debe recuperar, en una noche y a contrareloj, una pistola implicada en un crimen reciente y que ha sido robada de su propia casa por un amigo de su hijo, para disparar nada menos que a su tutor, que forma parte de la familia mafiosa rival, los Yugorski.
El film, dirigido y escrito por Wayne Kramer, director a partir de ahora a tener en cuenta, cuenta con un incansable estilo visual videoclipero y adrenalítico, en el que Kramer se las arregla para mantener la atención del espectador durante las dos horas que dura la persecución de la pistola, alternando la historia de acción protagonizada por Paul Walker con el cuento siniestro de hadas que se va descubriendo mientras seguimos al niño que la ha robado. Atención al episodio de la familia pedófila, visualizado como si de una escena de El resplandor se tratase. Lo dicho, una combinación de géneros -serie negra y acción, con suspense y terror englobados en una suerte de cuento infantil siniestro, como revelan los créditos finales, magníficos por cierto-.
Tal mezcolanza de géneros podía hundirse fácilmente, pero el film está resuelto con tal entusiasmo -viene avalado, como los comerciales de Sony se han encargado de resaltar en la portada, por Quentin Tarantino-, con tal garra, que uno no puede más que dejarse llevar por la acción. Atención al tiroteo inicial, el visceral tratamiento de la violencia y el sexo, además del mal lenguaje de la cinta, por no decir a la escena de sexo sobre la lavadora, y al giro final en la pista de hockey sobre hielo...en fín.
De camino, Kramer se las apaña para sacar a Paul Walker la que probablemente es la única interpretación de su larga carrera como actor, y deja pasearse a la fascinante Vera Farmiga -de Infiltrados- con toda la comodidad del mundo, adueñándose de cada segundo que sale en pantalla (atención a su aparición para rescatar a Oleg de cierta casa)... A propósito de Infiltrados, el gratuíto giro final de La prueba del crimen entronca con el sobrevalorado -pero a la vez estupendo- film de Scorsese, con la diferencia de que el primero lo ha visto todo el mundo y se ha hinchado a Oscars, merecidos o no. Da igual, si por lo menos le dan una oportunidad a un film como éste.