jueves, 3 de mayo de 2007

No siento las piernas


Rambo es un joven veterano del Vietnam que va a visitar a un amigo sólo para descubrir que ha muerto de cáncer. Hombre de muy pocas palabras pero buen tipo en general, el bueno de Johnny es obligado a salir del pueblo por el Sheriff Teasle por su aspecto desaliñado. Ante su negativa, Rambo será maltratado en comisaría, dando pie aun lio de pelotas.

Un revisionado de Acorralado nos permite diferenciar el film de sus secuelas. Se trata de un film trepidante en el que a los quince minutos Johnny Rambo ya nos tiene corriendo detrás de él por el pueblo. Tras una frugal pero efectiva presentación de los personajes, el director Ted Kotcheff nos introduce en un drama de acción trepidante en el que más que los diálogos -innecesarios y reiterativos- importa la acción bien entendida.

Sin apabullar y sin grandes excesos, con una puesta en escena sólida y clásica, se nos suceden diversas set pieces de acción destacables que hacen avanzar una historia sencilla y visceral, pero comprensible en todo contexto. El ritmo es admirable: la película nunca aburre y dibuja perfectamente a sus personajes. Rambo no es aquí el asesino implacable de las secuelas, pese a que igualmente nos encontramos con una trama de supervivencia.

Una crítica a la belicosidad americana, que tan pronto como olvida dramas como el de Vietnam redirige su agresividad hacia los suyos. En Acorralado no hay personajes totalmente positivos, John Rambo está evidentemente afectado psicológicamente, El coronel Trautman se revela como un hombre demasiado frío y distante con el drama de su soldado, y el Sheriff Teasle (Brian Dennehy) no deja de ser un rencoroso imprudente. La brutalidad, incultura e incomprensión de la América profunda amparadas tras la chapa de un sheriff y la imagen de la ley. No se trata de un film especialmente complaciente, pero consigue dar espectáculo de acción y suspense sin perder la verosimilitud, y sobre todo con buenas interpretaciones (sí, Stallone está fantástico aquí, al igual que en Rocky).
Ah y la música de Jerry Goldsmith, una maravilla, como casi siempre (descanse en paz).