domingo, 24 de junio de 2007

Moonraker y Sólo para sus ojos


Vistas este fin de semana Moonraker y Sólo para sus ojos, sólo comentar un par de cosillas acerca de ellas. La primera reafirma mi opinión de encontrarnos ante una película aburrida. Pese a algunas virtudes -la interpretación de la chica Bond Lois Chiles, o unos efectos especiales mejores de lo que recordaba- el film representa lo peor de la saga Bond, con una trama insulsa en la que en realidad apenas pasa nada, humor algo burdo -ver el destino del secuaz Tiburón, aquí suavizado para agradar a cuanto más público mejor- y un desplazamiento de los ejes de interés de la saga, el sexo y la violencia, hacia la exhibición de efectos especiales -como en su parte final, desarrollada en una estación espacial- y la vertiente autoparódica menos afortunada jamas vista -el villano pretende crear un arca de Noé espacial y destruir la humanindad, el Dr. Maligno no lo hubiera planeado mejor-.
Por otro lado, otra película de la injustamente denostada etapa Roger Moore supone justo lo contrario. Rodada en 1981, correlativa a la anterior, por tanto, los cineastas quisieron traer a Bond a la tierra en más de un sentido. Sólo para sus ojos posee un guión no excesivamente bueno, pero sí extraordinariamente agil: muchas cosas ocurren en poco tiempo, o al menos esa es la impresión que deja pese a unos diálogos obvios. Los cineastas se olvidan de algunos lugares comunes de la saga durante un tiempo -la base secreta, aquí reducida a un monasterio-, y Moore sigue disfrutando con sus chascarrillos. El telón de fondo de la guerra fría -ya cansino- se soluciona con inteligencia y sentido del humor al final del film, y por otro lado, el recién estrenado director John Glen hace un debút enérgico, creando algunas escenas que destacan por su suspense más que la espectacularidad -la incursión en el barco hundido y la posterior aparición del submarino recuerdan a Abyss de James Cameron, o la escalada final a la guarida del villano, con un esbirro realmente difícil de eliminar, o el detalle inusitadamente cruel del coche colgado del abismo-. Para el olvido, eso sí, algunas interpretaciones lamentables -como la de la, eso sí, bellísima Carole Bouquet-, o la por otro lado divertida imagen de los alrededores de Madrid (recreado en realidad en Grecia). Lo dicho, Sólo para sus ojos merece un revisionado y un lugar notable dentro de la saga Bond, que demuestra ser capaz de resurgir, cual Ave Fénix, casi de una película a otra (a este respecto, tanto ésta como La espia que me amó, el otro baluarte de la etapa Moore, quedan en el recuerdo como mucho más enérgicas y estimulantes que muchas de las entregas protagonizadas por Sean Connery).